martes, 17 de marzo de 2009

ADIOS SHER


No eras el mejor, ni el más rentable, ni siquiera tenías buen carácter más allá de tus 10 metros cuadrados de habitual recinto. Hiciste que todos comprobáramos la resistencia de nuestras costillas, incluso la espectadora aquella a la que arrollaste pudo comprobarlo cuando decidiste que el resto de cuadrípedos eran menos listos que tú y tomaste el camino a casa en aquella curva del Derby de Loredo. Tenías mucha clase y pocas ganas de sacarla a relucir. Nos desesperaste. Pero da igual. Da igual porque esto es un juego y a veces se gana y la mayoría se pierde, porque la gracia de esto, para un propietario, es sentarse, unas veces en la grada, otras frente al televisor, y ver, ilusionado, al ejemplar que porta tus colores, al caballo que se juega la vida para tu mayor goce y que, en ocasiones, las menos afortunadamente, se la deja en la pista como lo hiciste tú.


Nunca llegaste a ganar portando nuestros colores pero nos hiciste pasar las horas, como otro cualquiera de nuestros pupilos, ilusionados esperando a que la televisión conectara para ver si ese por fin era tu día, si te dejaban ponerte delante en el recorrido y tu temor a las aglomeraciones no encontraba la excusa para encabezar el paso por el poste de llegada.


No llegó a suceder, pero es lo mismo. Nos hiciste disfrutar con tu esfuerzo, nos hiciste aguardar con impaciencia el último día de la semana, eras uno de los nuestros y, mejor o peor, eso es lo importante.


Te fuiste con la cabeza alta y no precisamente como signo de dignidad, sino siguiendo tu más puro estilo, ese estilo tuyo que también te hacía especial, fruto de los temores contraídos en tu más tierna infancia, en tu época de potro.


Uno, que cree más bien poco en los seres superiores y en el más allá, no entiende que hace escribiendo estas líneas que nunca te llegarán, que nunca hayarán tu consuelo, al fin y al cabo eras un caballo, pero, lo más importante, eras nuestro caballo, y de ahí mi homenaje y desahogo..


P.D.: Gracias Claudine por tu cariño al caballo, por tu trabajo, por tu amor a los animales. La suerte, mala como suele ser norma (Murphy dixit), ha querido que fueras precisamente tú quien le condujera en su última carrera. Estamos seguros de que, si debía ser la última carrera de Sher Love, él hubiera querido que fueras tú encima. Gracias Claudine por ser como eres.